A nuestro reloj biológico le gustan los horarios fijos, por eso cualquier alteración provoca dificultades para conciliar el sueño. Los expertos aseguran que es mejor no acostarse hasta que no tengamos sueño y, para que éste llegue, es aconsejable relajarse un tiempo antes. Leer, escuchar música o ver televisión pueden ayudar a dejar atrás el estrés diario y prepararnos para el descanso. Por el contrario, actividades estimulantes como el ejercicio físico, no son aconsejables en las últimas horas de la noche. Además, parece ser que la creencia popular acerca de que tomar un vaso de lecho ayuda a conciliar el sueño tiene una base científica.